viernes, 30 de septiembre de 2011

Historia y retrospectiva de la identidad corporativa de Nestlé

Publicado en www.piensologoexisto.com el 26 de Septiembre del 2011









Hay marcas que nos acompañan siempre. Sin ánimo de caer en el romanticismo, es enriquecedor observar la evolución gráfica de identidades corporativas que han sabido mantener sus rasgos básicos a medida que se hacían más importantes. Nestlé es un ejemplo perfecto de cómo crear un vínculo especial entre entidad y públicos a través de la coherencia visual en el tiempo. El resultado es lo que conocemos como “una marca de toda la vida”.

Henry Nestlé comenzó a comercializar sus famosas harinas lacteadas en 1867, en la localidad suiza de Vevey. Preocupado por ideas humanitarias y relacionadas con la mortandad infantil, no dudó en adoptar el símbolo del nido como isotipo principal en su comunicación. A esta carga semiótica añadió además, una clave personal y metonímica, ya que el apellido Nestlé, de origen alemán, significa “pequeño nido”. Podemos observar la representación de esta figura en el escudo de armas de la familia Nestlé, en lo que seguramente fue el origen de la marca.




La convicción de Henry Nestlé y su fe en la fuerza del nido como emblema de la empresa, se ejemplifica en la respuesta que ofreció a uno de sus trabajadores, cuando éste le sugirió utilizar como símbolo la cruz blanca que figura en la bandera suiza: No puedo permitir que se cambie mi nido por una cruz suiza. No puedo tener una marca distinta en cada país, cualquiera podría usar una cruz, pero sólo yo puedo utilizar mi escudo de armas. Así empezó todo.

La incorporación formal del nombre de la marca no llega hasta la década de los 30, y su uso como isologo no se consolida hasta la década de los 50. Hasta entonces la relación texto-símbolo fue algo desordenada y heterogénea.



A partir de aquí la marca se irá simplificando, alejándose paulatinamente de la imagen pictórica inicial. El salto más importante dentro de la historia gráfica de Nestlé se realiza en 1984, cuando se toma la decisión de separar definitivamente texto y símbolo. Se adopta una tipografía normalizada, basada en la que hasta entonces se había utilizado para la gama de chocolates; desaparece uno de los pájaros del interior del nido y se sintetizan significativamente los trazos. La inicial del logotipo añade formalmente la prolongación horizontal de un serif superior, y la tilde sobre la e se sobredimensiona y homogeneiza con el conjunto.




1929




1967




1984




Actualidad


Pese a las modificaciones y sucesivas simplificaciones a lo largo de su historia, Nestlé ha conseguido mantener un hilo conductor, personal e intransferible, que ha construido una identidad corporativa muy fuerte y reconocible mundialmente.

La historia de un símbolo que supo crecer sin aumentar de tamaño.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Ivory, el jabón que flota.







De vez en cuando me acuerdo de la historia del jabón Ivory, la historia de un error o de como un fallo puede convertirse en una oportunidad. Es muy bonita y por eso la voy a contar como si fuera un cuento.



"Érase una vez un fabricante de jabones llamado Harley Procter. Harley creció en la segunda mitad del siglo XIX, viendo como en su casa y en la de sus amigos las familias preparaban su propio jabón a partir de las grasas y cenizas sobrantes de las cocinas. También era frecuente comprar el jabón al abacero, que lo vendía por trozos cortados de una gran plancha de jabón que el mismo elaboraba a través de métodos igualmente caseros. El resultado era un jabón de calidad irregular y con poca suavidad.

Cuando Harley se hizo mayor y se hizo cargo del negocio familiar, dedicado hasta el momento a la fabricación de velas y aceites, decidió encontrar la manera de ofrecer al público un jabón blanco, de alta calidad que siempre fuese igual y que se diferenciase de los jabones sin marca que la gente adquiría o elaboraba. Tras años de experimentación PROCTER & GAMBLE consiguió un jabón blanco y puro, al que llamaron "Jabón Blanco P&G". Fue en la iglesia parroquial donde la inspiración divina sugirió a Harley un nombre algo más poético para su jabón: Ivory (Marfil en inglés).

El jabón Ivory era especial, era mejor, imitaba a los jabones europeos hechos a base de aceite de oliva que eran muy caros y que nadie se podía permitir. Llegaba a la tienda en pastillas cortadas de fábrica, envueltas en papel de forma individual. Un objeto precioso y de lujo a un precio asequible.

A todo el mundo le encantó el nuevo jabón, las ventas comenzaron a crecer y los carteles de la marca se volvieron muy conocidos, pero en plena revolución industrial los competidores no tardaron en aflorar con lo que el número de clientes comenzó a descender de manera alarmante, diluyéndose en un mar de Ivorys de segunda generación.


Aunque os parezca inverosímil, este cartel
lo dibujó la madre de Humphrey Bogart: 
Maud Humphrey.


Harley Procter no sabía que hacer para que su jabón recuperase el esplendor perdido y volviera a ocupar los primeros puestos en ventas. Pero un buen día recibió una noticia desconcertante que haría que el rumbo de su producto cambiase de forma sorprendente.


Los Procter and Gamble originales, seguro que
en la vida real eran más simpáticos.


Supongo que la conversación debió ser más o menos así:

(Sr. Tendero) - Señor Harley Procter, soy su distribuidor en Nueva York, verá, debe haber habido algún error en el último pedido...

(H. Procter) - ¿Cómo que un error, no han llegado a tiempo las cantidades?

(Sr. Tendero) - Sí pero, la última partida de jabones que me ha mandado no flota!

(H. Procter) - ¿Que NO FLOTA?


Lo que ocurrió fue que, en la fábrica, una de las partidas de jabón estuvo más tiempo de la cuenta en la máquina mezcladora, produciendo burbujas en el interior de las pastillas, con la agradable consecuencia que de esto se derivaba: ¡Un jabón que flotaba en la bañera! Más fácil de usar y de encontrar. Sencillamente la gente iba a la tienda y lo pedía: Quiero el jabón que flota.

A partir de entonces Ivory siempre fue el jabón que flotaba, volvió a ser el más vendido y popular y devolvió a Harley Procter el puesto que con tanto esfuerzo había conseguido.










A veces, cuando todos los caminos están saturados hay que abrir alguno nuevo.


Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.